miércoles, 29 de mayo de 2013

BOUGOU (MALI): HISTORIA DE CUATRO PIES PARA DOS FOTOS

Hace unas semanas nos llegaban las imágenes del inicio de la excavación del pozo de supervivencia de Bougou en una zona tremendamente áspera y rocosa del país dogón, en Mali. La excavación, no hay otro método, tenía que hacerse a golpe de cartucho de dinamita. De hecho, en una de las imágenes se podía ver a los poceros extendiendo el cable de color naranja para preparar la explosión. Debido al estado bélico en el que se encontraba la región, el frente estuvo localizado, a principios de la primavera, a tan sólo 60 kilómetros de Bougou, denominación que podría traducirse por “me quedo aquí y hago una caseta”, las obras han sufrido algún que otro parón, aunque finalmente nos llegan noticias e imágenes de que, aún antes de llegar a los 35 metros de profundidad previstos, el agua ha aflorado en abundancia.

De momento y a la espera de seguir con la excavación, el pozo de Bougou posee un metro y medio de agua. Cantidad que puede parecer poca, pero que dada la escasez existente en la zona, como contábamos en una entrada previa, es casi un milagro. Previsiblemente, cuando se termine la obra, el manantial tendrá unos 5 metros de agua, más que suficiente para cubrir las necesidades de Bougou.

En la primera imagen, se observa la cabeza de un adolescente, los pies de otro. Ambos, se intuye, expectantes, observando con atención extrema, el recipiente que ha sido descolgado al interior del pozo, donde el agua brilla. Como en un espejismo real. En el brocal se advierte, a la izquierda, dos maderos retorcidos, posiblemente recuperados del pozo tradicional, en realidad un aljibe para recoger el agua de lluvia y que aquí se están utilizando como soporte para sostener, de forma provisional, la polea con la que se levantará el cubo. O quizá para tapar la abertura mientras concluyen las obras y así evitar accidentes.

Los primeros metros del pozo han sido anillados en hormigón, un elemento muy importante para evitar derrumbes. Unos metros más abajo se observan con nitidez los salientes de la roca que ha sido quebrada a golpe de dinamita. El anillado se extenderá todavía unos cuantos metros más, a medida que la obra avance.


En la segunda imagen, la roca extraída de la excavación aparece amontonada en un lateral. Ahora tenemos tres adolescentes a quienes vemos las caras, posiblemente los que en la imagen anterior aparecían de espaldas. Como no podía ser de otra manera, las miradas de todos ellos se dirigen entre sorprendidas y curiosas –hasta se puede adivinar un cierto grado de temor en ellas- al chorro de agua que uno de ellos está derramando desde el cubo. El que vierte el agua lo está haciendo con sumo cuidado para que todo caiga en sus pies. Sí, cierto, el agua está sucia, son los primeros litros que salen de las profundidades de Bougou. 

No resulta difícil imaginar, o quizá, en realidad, nos resulte imposible, la alegría y satisfacción que estos adolescentes están sintiendo en este preciso instante, cuando el agua refresca los pies de uno de ellos. Seguro que ahora será el turno de los otros dos amigos. Pensándolo bien, se trata más bien de seis pies para dos fotos. De seis pies que con toda seguridad, por primera vez, disfrutan de un placer tan sencillo como el dejar caer un chorro de agua fría encima de ellos.

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